Mascaradas
El noroeste zamorano junto con Tras-os-Montes en Portugal, conserva el mayor número de mascaradas antiguas de la Península Ibérica. Celebraciones prerromanas en las que se rendía culto a la naturaleza, pidiendo por la fertilidad de campos y personas, donde danzar cubiertos de pieles de animales y máscaras, era una forma de celebrar el solsticio de invierno.
Estos ritos, crearon el germen de las actuales Mascaradas de Invierno; festejos llenos de color y simbolismo, teatralizadas por el cristianismo, en el que jóvenes cubiertos con antiguas máscaras de tinte diablesco o figuras zoomorfas y demás personajes estrafalarios, recorren al son de ruidos de cencerros las calles de los pueblos, recitando loas, pidiendo el aguinaldo y embadurnando de ceniza o tiznando de negro a todo el que se ponga por delante.
Se celebran en dos períodos:
Los doce días mágicos del 26 de diciembre al 6 de enero, periodo en el que se festejan las Obisparras (nombre que reciben las mascaradas en la comarca) como La Filandorra de Ferreras de Arriba (26 de diciembre), La Talanqueira de San Martín de Castañeda, (5 de enero) o El Reinado del municipio de Hermisende, (primera semanan de enero).
Los días de Carnaval; donde brilla el antruejo de Villanueva de Valrojo. Mezcla de Mascarada y Carnaval en el más puro sentido, supo heredar lo mejor de las culturas con las que se encontró a su paso, germana y romana entre otras, de la cual tomó el gusto por el desenfreno y la burla propias de las fiestas saturnales; y del cristianismo, que fomentó su celebración en la edad media, por preceder a la cuaresma.
Al igual que las otras mascaradas, fue prohibida en múltiples ocasiones, aunque fue la única que resistió a la censura de la dictadura, donde al igual que ahora, los diablos llamados aquí Zarrones o Moharrochos, salieron a recorrer, cargados de cencerros las calles de su pueblo, haciendo mil y una perrerías.
Otras de las fiestas que da entidad a la Comarca, que nos habla de creencias igual de antiguas, es el Magosto (1 de noviembre) llamado así en la zona de Sanabria y Luminaria de Todos los Santos o Fite (palo central que sujeta la hoguera) en Carballeda
De origen celta, esta fiesta, celebraba el año nuevo y la recogida de las cosechas, dando la posibilidad a difuntos y brujas de hacer una visita a los mortales, siendo recibidos con bailes, música y grandes hogueras, en las que se asaban algunos de los productos recolectados.
Con el paso del cristianismo se convirtió en el Día de Todos los Santos, que hoy celebramos. Cada 1 de noviembre, aunque no se espera a ninguna bruja, sí se hacen grandes hogueras en torno a las cuales se comen castañas cocidas en leche o asadas, ¡un autentico manjar!, que aporta su pequeño grano de arena a este día. Se dice que cada uno de estos frutos representa el alma de un difunto y si explotan en la lumbre, el alma de éste será liberada del purgatorio. ¿Mito o realidad?; ¡Ven a descubrirlo!
Fotos: Mª. de la Salud Santos Fernández
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